El traje... a la medida de Amlo

A poco menos de dos años de que más de 90 millones de mexicanos vayamos a las urnas para elegir gobernadores en nueve entidades,

la totalidad de los miembros de la cámara alta, lo mismo que Diputados, está en curso un proceso político inédito para decidir qué pasará en México con él o la sucesora del presidente Andrés Manuel López Obrador, el artífice del denominado Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Empeñado en construir un país a su estricta medida, López Obrador va “pian pianito”, aunque en ocasiones a un paso más acelerado, cumpliendo su objetivo. Los cambios que ha impulsado en estos prácticamente cuatro años de gestión dan cuenta en una medida amplia de lo que el hijo predilecto de Macuspana tenía listo por muchos años en su alforja para el diseño del país de la 4T.

A estas alturas de su gobierno, resulta claro cuál es el país visualizado, también por muchos años y casi seguramente a lo largo de toda su brega política por el poder, por el inquilino de Palacio Nacional.

Para muchos, López Obrador es un acierto, para otros, también muchos, su paso por el poder supremo del país resulta un fiasco. 

Pero lo cierto, con algunas excepciones críticas y aún cruciales en las últimas semanas, es que no ha habido engaño del veterano macuspanense, convertido hoy prácticamente en amo y señor de este país de 130 millones de personas en territorio nacional. No se incluyen, claro, los otros 30 millones, al menos, que residen allende la frontera del Río Bravo, convertidos éstos en los rescatistas del país con base en el envío de montos récord de divisas, más de 50 mil millones de dólares este año, y un auténtico salvavidas nacional en tiempos de aguda contracción económica, desempleo, y elevada inflación, por citar sólo tres aspectos del drama económico mexicano que ese sí, soporta la inmensa mayoría del país.

En estos años, López Obrador ha cumplido a cabalidad su arenga-compromiso de “primero los pobres”. No hay duda posible al respecto. De hecho, gobierna casi exclusivamente para ellos. Después de todo, son ellos su poder, alma y corazón. Instituyó un sistema de transferencias económicas directas a los segmentos poblacionales más vulnerables del país. Bien por ello. No puede negarse que, para estos sectores, los dinerillos que fluyen a sus menguadas faltriqueras constituyen muchas veces -y no siempre- la diferencia entre tener algo en sus mesas o sufrir penurias alimenticias graves. El resto de la población, en particular las clases medias, poco importan, al menos en esta fase de la 4T. Se trata de los aspiracionistas. 

Hace apenas unos días, López Obrador admitió en su cuarto informe de gobierno que, en estos años de vacas muy flacas, México no tuvo crecimiento económico, pero logró una mejor distribución de la riqueza nacional. Pero estrictamente es una fórmula negativa porque entraña una visión al menos mediocre del desarrollo del país, que cada vez tendrá un incentivo menor para el crecimiento y al mismo tiempo un estímulo para el parasitismo económico. Añada a eso, que la fórmula económica favorece el conformismo, y peor aún, el servilismo político de los beneficiarios, sometidos además a un chantaje permanente. Dicho de otra forma, se alienta y privilegia el desarrollo de sirvientes electorales por encima de ciudadanos conscientes de su potencial y menos aún exigentes de condiciones, aun si éstas fueran mínimas, para desarrollarlo.

En otros campos, López Obrador y sus huestes incondicionales, que lo acompañan y respaldan, encamaradas en el poder, ha diseñado un traje a la medida con el interés absoluto de preservar el mando nacional, incluso más allá del 2024. En esa tarea se destazan sus “corcholatas”, alguna o algunas hasta la ignominia porque saben que es ahora o nunca. Además, han ganado terreno geográfico del país con base en los triunfos electorales en diversos estados. En poco más de media docena de años de vida, Morena es hoy una marca arrolladora, así estén en el tapete nacional una serie de graves cuestionamientos sobre la forma y/o los medios en que han avanzado sus fines. Es curioso, al menos, que esa fórmula avasallante topó en cierto grado con pared en las elecciones de medio término de junio del 2021 en la Ciudad de México, y los Congresos capitalino y federal, donde Morena registró mermas importantes en las alcaldías y la pérdida de mayorías calificadas.     

Pero, aun así, la maquinaria partidista que impulsa aceita y engrana cada mañana López Obrador, ha logrado doblar a los cada vez más exangües opositores, muchos de ellos apaciguados con el amago de la Unidad de Inteligencia Financiera, el Sistema de Administración Tributaria y aún la Fiscalía General de Justicia, a cargo de alguien que ya dio muestras sobradas de persecución y desvíos personalísimos.

La avasallante maquinaria que aludo también ha operado en los poderes legislativo y judicial de manera tal de someter al más gallo y de no dejar títere con cabeza, con poder suficiente para siquiera proyectar una sombra en la máquina que avanza a todo vapor, más aún cuando el tiempo de la locomotora se acorta antes del relevo.

Aún los militares y de manera especial los mandos, se han “cuadrado” al movimiento en curso, a cambio de presupuestos ilimitados, obras y un poder discrecional como no se había visto en décadas. Todo esto baja la falsa presunción o hipótesis temeraria, pero falible, de que los militares son incorruptibles y siempre eficaces. 

En este escenario, donde sobresale y hay que destacar el aval social y aún militar, una escuálida oposición política sigue sin encontrar la vía para contrarrestar la práctica y visión de un político que le tiene tomada la medida al país, así los resultados de su gestión se tengan que evaluar con criterios heterodoxos, una creación de reciente cuño, pero que poco abonan para que quede suficientemente claro que se está construyendo una mejor nación, plural, democrática y sobre todo con un futuro medianamente civilizatorio y ciudadano.

Hace unos días, y justo ante el reto de vislumbrar un mejor futuro nacional, y sobre todo de encontrar alternativas al pasmo que se apodera de México, escuché en un foro de la sociedad civil a la experta en estrategias electorales, Gisela Rubach, quien disertó sobre si los electores del país aún estamos a tiempo de converger en el diseño y construcción de una candidatura opositora competitiva.

Sin olvidar que las administraciones anteriores y sus políticas públicas generaron una masa de inconformes por muchos temas y quizá el más fuerte, el tema de la corrupción, Gisela hizo ver que AMLO, capitalizó finalmente en 2018 los numerosos temas de enojo por las administraciones públicas anteriores

Gisela reconoce el modelo exitoso de comunicación del presidente, que hace ver que de un lado están los buenos y todos los malos, todo aquello que está enfrente, dependiendo de lo que está enfrente y que ha funcionado y que no es precisamente un descubrimiento de AMLO, sino a que lo largo de la historia ha sido utilizado este modelo, y va acomodando a los enemigos de la narrativa, ya sean los medios, los empresarios, la UNAM, la iglesia, España, siempre los va acomodando porque no puede permitir que en la narrativa no haya un malo contra el cual él lucha y este es un tema de todos los días y todos estamos enganchados en la narrativa.

Además, cree Gisela, los partidos de oposición no han reconocido sus faltas, ni siquiera en el 2018 cuando el fenómeno Amlo los arrasó. Tampoco han reconocido sus errores y  mucho han pedido perdón.

Además, no se ha entendido que se vive una nueva era después del Covid-19, donde seguimos enganchados entre la expectativa y la esperanza de que el pasado era mejor que lo que vivimos y no vivimos el presente y menos pensamos en el futuro y criticamos mucho el modelo neoliberal, que sigue vigente, pero es indiscutible que sigue generando desigualdad y problemas sociales y se ve en México y en muchas partes del mundo.

El punto es sin embargo, expuso esta experta en marketing político, el papel de la sociedad civil, enfrentada al reto de encontrar causas y defender causas. ¿Qué causas? Pregunta Gisela.

Entre un abanico de éstas plantea las relacionadas con el combate a la corrupción, a la desigualdad, a la justicia, ¿qué causas va a agarrar esta sociedad civil que está buscando una luz para el 24 y por dónde moverse?

La siguiente pregunta es si podrá haber una candidatura competitiva ante la 4T y el país. “Yo creo que sí y sólo si, primero, hay que ganar y entender, no permitir que los suspirantes o los intereses circulares predominen en la definición de la candidatura de este frente o alianza para impulsar el 24, cómo encontrar un candidato o una candidata de unidad, y obviamente aquí tendríamos que hacer un análisis de quienes son presentables e impresentables”.

Rubach está convencida de que la Sociedad Civil puede ser más fuerte y poderosa que tres partidos (PRI, PAN y PRD), donde dos partidos están emproblemados y otro sólo existe en el papel.

Deja ver que AMLO conectó con un tema que traía desde el 2006, el de primero los pobres, porque son la mayoría de este país. 

Gisela propone tres causas: justicia, libertad y responsabilidad, que encuadran perfectamente bien con lo que está desarrollando la Sociedad Civil y podemos añadir cosas como el medio ambiente y otras, pero en esta parte de recordar que la Sociedad debe observar y evaluar la realidad y proponer alternativas, aun cuando haya muchas personas que ya tienen tomada su decisión en el 2024,  cree que hay otro gran número de mexicanos que están esperando ver la luz del otro lado, aun cuando se está ya en una carrera contra el tiempo

Un mensaje final, indica Gisela, es que cada quien por su lado no funcionará. Si no unimos todos estos esfuerzos en una gran cohesión, unidad y proyecto que es México, los esfuerzos aislados no nos llevarán a ningún lado, más aún porque hay una presidencia del divide y vencerás. Cosa entonces de ver y sobre todo de actuar si es que se quiere abrir una alternativa diferente al país de la que se abrió en 2018.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1