La nueva casta

Es curioso, paradójico también, que el gobierno de la 4T, tan contraria a los “privilegiados”, pero sólo de la así llamada

época neoliberal de México, haya creado a estas alturas sexenales, una nueva casta privilegiada como nunca antes al menos en el país contemporáneo. La principal diferencia si acaso es que esta nueva casta dorada es mucho más elitista, y lo suficientemente poderosa para determinar un nuevo rumbo nacional.

Esa nueva élite, colmada de privilegios, poder y dinero a raudales, la misma que administra puertos, remodela hospitales, construye aeropuertos, asume el control de aduanas y acomete la construcción de obras insignia, está conformada por los mandos castrenses de México. Cada día se repudia desde el atril en el Salón de la Tesorería de Palacio Nacional a todo aquel que critica, adversa o disiente de la tan llevada y traída Cuarta Transformación, con epítetos conocidos de manera abrumadora y que no repetiré en este espacio por un mínimo de sanidad mental, pero se ensalza, elogia el profesionalismo y casi devoción de la nueva élite castrense.

El discurso que tonifica y aún da vida al hombre providencial y magnánimo que día con día anega al país con su verbo cansino cuando ya estamos a la orilla de alcanzar el quinto año presidencial también es útil para vilipendiar y descalificar como nunca antes -insisto- en el México contemporáneo a todo aquel que forma parte de los llamados “privilegiados” del pasado reciente o de la época previa o anterior a la 4T, no así claro a la nueva élite militar, una con un poder y discrecionalidad crecientes.

Se hacen llamados frecuentes para impedir eso sí que esos “privilegiados”, los de antes no los de ahora, retomen el poder del país porque -argumenta el vocero clave de la 4T- el eventual retorno de éstos sería únicamente para robar y arruinar la colosal y sin igual obra construida en estos años de la revolución de las conciencias y de una honda transformación nacional, según la proclama del caudillo y sus epígonos, con la ayuda absoluta de la nueva élite, la misma que ejerce un poder total en puntos neurálgicos del país.

En cualquier caso, llama la atención el nacimiento de esta nueva clase de “privilegiados”, que, aupada por la 4T, tiene su cuna en las altas cúpulas de las fuerzas armadas del país, y digo altas cúpulas o mandos castrenses superiores, porque es claro que son sólo éstos los recipiendarios de todo tipo de canonjías, prebendas y privilegios, claro. La tropa seguirá como la carne de cañón, aun cuando los mandos medios podrían resentir en algún momento los efectos de esta nueva verticalidad que anida en el seno de las Fuerzas Armadas Nacionales, con consecuencias impredecibles para el futuro de una institución bicentenaria y por supuesto del país completo.

Si bien históricamente institucionales, las Fuerzas Armadas de México -sus mandos, insisto- podrían estar modificando su papel de garantes constitucionales como consecuencia en buena parte de los beneficios asociados al nuevo régimen impulsado por la 4T, que las viene mimando y prodigando con obras, tareas y presupuestos en abundancia. ¿O no? La nueva aerolínea Mexicana de Aviación es el regalo más reciente de la 4T a esta nueva casta, cuyo papel -ratifico- podría alejarse del establecido y previsto por la Constitución nacional para en su lugar, constituir un puntal más del poder de la 4T, a la usanza de los años del PRI absoluto, sustentado en un corporativismo total.

Puertos, aeropuertos, aduanas, aerolíneas, obras insignias, el principal aeropuerto todavía del país, el “Benito Juárez”, reparto de medicinas y muchas otras faenas han quedado ya bajo el control de las fuerzas militares de México, con el consiguiente presupuesto y papel público, en una práctica que por su tamaño, poder e influencia en áreas tradicionalmente de responsabilidad civil, hacen pensar que en México podría estar rigiendo ya algo parecido a un gobierno cívico-militar, aunque a la chita callando.

La pregunta es si los militares de México, históricamente institucionales conforme establece la Constitución, se inclinarían a favor de un régimen en caso necesario o ante un escenario postelectoral conflictivo como el que se avecina el año próximo. ¿Cuál sería el papel de los militares en ese hipotético pero no descartable del todo escenario mexicano? ¿Seguirían siendo soldados de la patria o apuntalarían al nuevo régimen naciente que nos tiene prometido la 4T? 

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1