Ingratitud en Investigaciones Jurídicas de la UNAM

El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, creado desde 1939 a iniciativa del jurista español Juan Felipe Sánchez Román,

con el nombre de Instituto de Derecho Comparado, consolidado en 1940 y en diciembre de 1967 cambió su nombre a Instituto de Investigaciones Jurídicas. 

Su prestigio es internacionalmente reconocido, su biblioteca es una – si no es que la más – reconocida internacionalmente, un ejemplo se dio cuando en Nicaragua durante su guerra desatada a la caída del dictador Anastasio Somoza, se perdieron los antecedentes de las leyes de aquel país, incendiadas las instalaciones donde se conservaban los ejemplares del diario oficial, en términos jurídicos equivale a la desaparición del fundamento del Estado de Derecho de aquel país. Fue entonces cuando el Instituto, exhibió la importancia de su acervo bibliográfico. 

La biblioteca se conformó con las bibliotecas de grandes juristas mexicanos y extranjeros que donaron su patrimonio cultural ellos o sus familiares. 

Entre ellas la biblioteca del maestro Luis Pedro Alejandro Ricaséns Siches, a quien por cierto la UNAM le negó la posibilidad de ser catedrático emérito por alguna razón de mezquindad política interna y local de la facultad de derecho en su momento, quedó lastimado, decidió donar su biblioteca a su tierra natal España, a la que por cierto nunca pudo regresar, en una ocasión, en presencia del Doctor Molina Piñeiro y Ernesto Zedillo con el entonces príncipe de Asturias hoy rey Juan Carlos se logró traer la biblioteca de Ricaséns al Instituto. 

Igual que para la facultad de derecho y por gestiones del actual director Raúl Contreras Bustamante, se logró para la facultad, la biblioteca del expresidente Miguel de la Madrid Hurtado, con la anuencia de sus hijos encabezados por Enrique de la Madrid. 

En reconocimiento a ellos, en los muros de la biblioteca del Instituto de Investigaciones Jurídicas han quedado grabados los nombres de todos esos estudiosos que donaron sus bibliotecas coleccionadas a lo largo de sus vidas. 

Pero eso, hasta antes de la llegada a la dirección del Instituto, el director anterior el Licenciado Pedro Salazar Ugarte, quien fuera director sin contar con doctorado reconocido por las leyes mexicanas, egresado del ITAM no de la UNAM, quien rescató a una persona, que después de haber tenido dificultades en otros cargos en la misma universidad, la nombra secretaria de Administración del Instituto, una egresada de la Universidad la Salle de Cuernavaca, con licenciatura en diseño gráfico, aficionada a la decoración de interiores confrontada con algunos investigadores con la aprobación del lic Pedro, y se les ocurrió, que los nombres de los maestros donadores de sus bibliotecas desentonaban con las paredes del Instituto y quitó todos los nombres, con la complacencia del Licenciado Pedro Salazar. Hoy, con el cambio de director, ojalá se reestablezca el orden administrativo en el Instituto y vuelvan a reconocer a los profesores, pretendidamente borrados de la historia por quienes provienen de otras instituciones.

Eduardo Sadot Morales

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