El poder de la generación “X”

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En 1991, el escritor germano-canadiense Douglas Coupland publica su obra “Generación X: historias de una cultural acelerada”, acuña el término para describir a una generación conformada por los nacidos entre mediados de la década de los sesenta hasta finales de los setenta, que se caracteriza, principalmente, por haber sido quienes vivieron las más

grandes transformaciones tecnológicas mundiales, a la par que inicia la expansión del consumismo desmedido en la década de los 80, conjuntamente con el ensimismamiento, el individualismo y el escepticismo desmedidos.

Esta generación hoy conforma el grueso de la población mundial. En México, sus integrantes somos el sostén del sistema económico, político y social. Somos quienes ahora debemos tomar las riendas, decidir el rumbo por el que queremos llevar al país y definir el objetivo que queremos alcanzar como nación. En pocas palabras: es nuestra responsabilidad y nosotros habremos de ser quienes rindamos cuentas a las generaciones venideras.

Pero… ¿qué estamos haciendo? ¡Nada! Mantenemos prácticas nefastas e irresponsables que mantenemos desde la adolescencia. Somos contestatarios y rebeldes en contra todo y de todos, como si con eso lográramos resolver los problemas que se nos presentan. Culpamos indiscriminadamente al mundo –principalmente de la autoridad– de nuestros errores, aún a costa de nuestra propia congruencia. Dudamos hasta de nosotros mismos y, a la par, creemos todo aquello que coincide con nuestra idea conspiratoria favorita, por más absurdas que éstas lleguen a ser, para así justificar nuestra apatía e indiferencia para con los demás.

De este modo, el acceso a la tecnología, principalmente a las redes sociales, nos permite difundir y conocer toda clase de información. Con ello, el “conspiracionismo”, la duda y la desconfianza han crecido, lo que nos ha vuelto un medio idóneo para la influencia y manipulación, disfrazadas como propuestas nobles, desinteresadas y libres de organizaciones no gubernamentales que sirven de fachada para legitimar intereses perversos, muy ajenos al bien público, pero que cuentan con un amplio respaldo de una sociedad formada en la desconfianza y el enfrentamiento en contra de la autoridad.

Así las cosas, los panoramas parecen poco alentadores. Hoy la “Generación X” es un factor real de poder que está distraído con teorías “conspiracionistas” y en el estéril reparto de culpas hacia el gobierno, los menos toman decisiones, establecen rutas y fijan objetivos, sin tomar en consideración a la población que sostiene las estructuras sociales y económicas del país sin que se vislumbre un cambio que permita considerar otro horizonte.

@AndresAguileraM