La segunda vuelta y gobiernos de coalición: más que necesarios

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La jornada electoral del domingo pasado ha sido un ejemplo claro de la trágica situación política por la que atraviesa nuestro país. El proceso se llevó con mediana tranquilidad, pues si bien hubieron algunos incidentes, al final del día fueron menores. Los conteos

rápidos funcionaron y brindaron los resultados preliminares en tiempo. El sistema electoral funciona acorde a lo que está planteado en el papel: la elección se gana por quien tenga más votos; sin embargo, no necesariamente obtiene la mayoría.

Las últimas elecciones en México han estado marcadas por una realidad inocultable: las condiciones de legitimidad de los gobernantes son menores en cada elección. A saber: Vicente Fox, el “Presidente del Cambio” y de la alternancia, ganó la contienda electoral con el 42.52%; es decir, el 57.48% de los mexicanos no lo apoyó para que ganara la elección. Felipe Calderón —más allá del cuestionamiento sobre si ganó o no— lo cierto es que obtuvo el 35.91% de la votación; contra el 64.09% que no votó por él. Enrique Peña Nieto, llegó a la presidencia con el 38.21% de los votos; contra un 61.8% que no votó por él. Es decir: los últimos tres presidentes de México han llegado al poder con menos del 50% del respaldo electoral, lo que —evidentemente— afecta en su capacidad para generar gobernabilidad, pues, como es lógico, la mayoría de los votantes desaprobó su candidatura.

Lo anterior, aunado con el desgaste por el ejercicio de poder, hacen que las instituciones dirigidas por personajes electos, como la Presidencia de la República, los Diputados y Senadores, pierdan fuerza y —en consecuencia— eficacia para desempeñar sus funciones, pues carecen de arraigo y reconocimiento público.

En esta lógica, será conveniente plantearse —de nueva cuenta— la opción de contemplar la segunda vuelta electoral, o bien, la obligación que se genere un proyecto en torno a un verdadero “Gobierno de Coalición” en el que los puntos coincidentes de gobernanza se entrelacen para, de esta forma, lograr llevar al país al bienestar.

En estos tiempos en los que existen mayores mecanismos, modos y medios para propiciar la participación ciudadana, no es posible mantener un esquema electoral donde, para generar gobernanza, se requiera de la visión impositiva de una parte del electorado y de la sociedad. Los tiempos del partido hegemónico ya quedaron atrás. Hoy debemos promover esquemas de legitimación política, como la segunda vuelta electoral o la conformación de gobiernos de coalición, para así evitar el ostracismo de las instituciones y la inmovilidad gubernamental, y obligar a cumplir con esquemas programáticos, transparentes y fiscalizables, con resultados concretos, que permitan valorar eficientemente el desempeño del gobierno. No es una mera pose, sino una notoria necesidad política por hacer que las instituciones vuelvan a funcionar y sirvan para lo que fueron creadas: generar seguridad y bienestar.

@AndresAguileraM