¡Los cerdos que limpian!

Homo homini lupus ("El hombre es un lobo para el hombre")

Thomas Hobbes

Argumentar en el sentido de la lógica, al agregar una a una las premisas pertinentes para apoyar, probar o fundamentar, mediante procesos inductivos, nuestras proposiciones o conclusiones; argumentar en el sentido epistemológico, al ofrecer razones como sustento fundamental de nuestras convicciones o creencias; argumentar en el sentido retórico como efectivo mecanismo para convencer, persuadir o modificar las posiciones del otro (alejados de la imposición o la violencia), es la fórmula misma de la racionalidad. Vinculada al conocimiento, a la demostración constatable, a la explicación y al fundamento lógico y, sobre todo, al ejercicio pleno de nuestra capacidad intelectual, la argumentación es el vehículo, el instrumento necesario para legitimar  (bajo una óptica racional), nuestras creencias y convicciones,  lo que defendemos o pensamos, lo que hacemos o decidimos. Demostrar la naturaleza correcta de una afirmación, transita obligadamente por la senda de la argumentación, por las "buenas razones", por el lenguaje reflexivo, por la objetividad y la contundencia de los hechos y los contenidos; caminos de lógica, de apertura, de escucha mutua, de intercambio de ideas, de discusión constructiva, de asertividad y de renuncia al uso de la fuerza. El que argumenta se aparta de la hostilidad para reconocer en el otro al interlocutor, a la contraparte racional, al sujeto al que dedicamos nuestras "razones convincentes". Al colocar al otro en un plano de igualdad, la argumentación es sociabilidad, posibilidad de diálogo, intercambio productivo, garantía de interacción en el marco de la racionalidad, salvaguarda de la convivencia, árbitro eficaz para dirimir las discrepancias. Pero ahí donde la persuasión se transforma en imposición y el interlocutor en "objeto", donde la falta de apertura y la cerrazón nulifican la comprensión y el intercambio racional, no hay más argumento que la violencia, ni otro sendero que el del fanatismo. Las premisas se transforman en verdades "de piedra", en espacios cerrados e impermeables a toda evidencia y a toda reflexión. En este círculo de las verdades "absolutas", sólo hay cabida para los "pares", para los fieles seguidores; el otro, el adversario, el detractor, es un ser inferior, un ser sin voluntad de abandonar el "error", siempre "extraviado" e "irreflexivo", siempre ciego e insensato. De ahí la pretendida legitimación de la violencia como "argumento", la justificación del insulto, del grito y la denostación; instrumentos necesarios, herramientas justificables para alcanzar los fines, para aclarar el horizonte a quienes viven en la "oscuridad".  El que renuncia al argumento se encierra en sí mismo, en su isla rocosa, en su rígido pregón de verdades inmutables.   

Este es el rasgo distintivo, la característica innegable de ese esperpento indescifrable, de ese experimento bizarro y regresivo que el atrófico intelecto de algún idiota "iluminado" dio en llamar "cuarta transformación": Antítesis del argumento, imposición descarada, rígida armazón de prejuicios y de dogmas, ideología intolerante y coercitiva, sin otro recurso que la negación del otro, la intimidación, la descalificación o la violencia psicológica. Personalizada en los trogloditas impresentables que vociferan y ladran a diario desde la tribuna del Congreso,  alcanzó su cima en las declaraciones de Paco Ignacio Taibo II, del impresentable "rellenalibros" que abandera la cultura como faro de la tolerancia: 

“¡Vamos a ganar la reforma energética compañeros! ¡Nos los vamos a chingar! ¡Vamos a salir de la pandemia con un nuevo proyecto de salud vinculado a los ciudadanos! De salud pública, no privada.

“Vamos a salir de la pandemia con una sociedad de lectores, esa se las vamos a ganar a ‘chingadazos’. No hay ninguna duda. Y, dentro de 3 años, habremos aumentado el nivel de lectura de este país. ¡Vamos a ganar la batalla de la lectura!”

Los aplausos no se hicieron esperar ante la contundencia y la claridad de sus "argumentos", ante la lucidez y contundencia de sus inteligentes disquisiciones.

Qué pena: !Ahora los cerdos se encargan de la limpieza! 

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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina