De la humillación a la vergüenza

Inicio con una pregunta: ¿los marinos sirven a la patria o al gobierno en turno? Y fundamento; hace unos días

observamos el impacto del navío Cuauhtémoc contra el puente de Brooklyn en Nueva York. No me atrevo a calificarlo como accidente ya que si en verdad el peritaje indica que zarpó con un motor averiado y sin mantenimiento, estamos hablando de omisión, negligencia criminal, abuso de autoridad, indolencia y quizá hasta el cumplimiento de un delito. Esta embarcación es el emblema más puro de la Institución y de la nación, no es ocioso nombrarla como “embajador”. En este sentido permite la suma de los cadetes nueva generación más capacitados, calificados y que son un ejemplo tanto en su disciplina, gallardía y servicio. Hasta el momento dos de los nuestros fallecieron en el percance.  América Yamilet Sánchez, de 20 años, originaria de Xalapa, Veracruz, y Adal Jair Marcos, de 23, de San Mateo del Mar, en Oaxaca fueron repatriados a México en el más absurdo silencio y abandono. Sus cuerpos fueron entregados a sus familiares sin protocolo ni respeto de las Fuerzas Armadas. A ella, en su féretro, la cubría lo más sagrado de la patria: nuestra bandera. En Nueva York, en el muelle se rindió homenaje a ellos y a los heridos. Se colocaron oraciones, flores y banderas mexicanas. En los rascacielos de Manhattan las banderas, la nuestra y la de los Estados Unidos a media asta en señal de duelo. Aquí, almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles ni una sola bala de salva, ni un mensaje obligado de condolencias a los deudos y a la nación, ni un ceremonial, absolutamente nada. Esto representa una humillación para la patria y una afrenta para los marinos en servicio y retirados. Ahí quedaron, recibiendo el aplauso y llanto de los más cercanos en un cementerio, como todos, triste y árido. Ninguna autoridad federal ni un mando militar hizo acto de presencia para asistir y acompañar a los deudos. Ni un discurso merecieron nuestros marinos, ni una esquela. El obituario de Marina vació, como su calidad humana. No se le puede exigir al soldado o marino mexicano la exposición de su vida porque para el gobierno no valen nada. Se les otorga más derechos y protección a las maleantes que a la ciudadanía. Ya vimos lo que ocurrió con el bloqueo al Aeropuerto Internacional de la CDMX por activistas de la CNTE. Es una zona  federal, de seguridad nacional y supuestamente custodiada y protegida por La Marina, y sirvió para burla. Con el reducido discurso de la “no confrontación” el daño a los viajeros, aerolíneas y economía en general fue severo y tampoco ocurrió la aplicación de la ley y el respeto a las garantías constitucionales. ¡Una humillación más! ¿En dónde, almirante, quedan los valores que nos identifican como patria? En entender que los marinos ¿solamente sirven como maleteros en una terminal aérea y como despojos si mueren en servicio? ¿Dónde queda la seguridad presidencial de que este es un gobierno humanista? Prefieren llenar las plazas públicas con esculturas e imágenes de tiranos y dictadores. De la humillación pues a la vergüenza. No se entendió que ante los ojos del mundo fallecieron dos mexicanos limpios, honrados y patriotas porque si no fuera así no portarían el uniforme militar. Y no se trató de dos funcionarios/burocratas bajo la sospecha de cobro de factura entre criminales profesionales y mensajes de intimidación acribillados en Viaducto Tlalpan a quienes el presidente del Senado pide espacios para honrarlos. Una afrenta más a la Institución. No, almirante, escribo sobre dos jóvenes que juramentaron efectivamente dar su vida por la patria, por los símbolos nacionales, por la libertad y cohesión de los demás y por la protección al Estado de Derecho. Escribo sobre ellos porque olvidaron ustedes lo más elemental: la gratitud. Ojalá y descansen en paz y ustedes pueden por lo menos conciliar el
sueño.

CARLOS RAMOS PADILLA

*Conductor del programa VaEnSerio izzi 135 y radio mexiquense. Meganoticias, TVC