Fortuna e hipocresía

sinpunto

Si algo le debe quedar claro a los conocedores de la forma en que se mueven los intereses en las esferas gubernamentales, es la facilidad con la que se construyen incalculables fortunas que pasan de generación en generación y en algunas

ocasiones son incrementadas hábilmente. Ese es el caso de la familia Alemán, que a través de diversos negocios exitosos han logrado multiplicar esa fortuna que amasara el Presidente Miguel Alemán Valdes. Como ese hay muchos ejemplos, y lo peor es que se convirtió en una costumbre muy arraigada en los tres ordenes de gobierno, pues ahora cualquier presidente municipal hace de las suyas de forma cínica e impune, porque para desgracia de los contribuyentes no existen leyes que sancionen penalmente a los corruptos. Por mucho que el Sistema Nacional Anticorrupción se ponga en marcha, hasta que veamos al primer corrupto cumplir una condena de al menos veinte años, los demás comenzarán a pensarlo. Si queremos solucionar el problema, ese tiene que ser el camino.

En este país cualquier servidor público tiene por costumbre señalarse como probo y honesto, aunque su modo de vida sea similar a esos ricos que no ocultan lo que tienen porque siempre lo han tenido. La probidad es una cualidad que en la actualidad muy pocos detentan, sobre todo porque los conductos para hacerse de una fortuna son variados e impunes. Si de algo podemos estar seguros es que el Gobierno del Distrito Federal se convirtió en la fábrica de ricos de mayor trascendencia del país, porque desde la llegada del perredismo al poder todos aquellos que algún día desarrollaron su actividad política y de representación social en las calles, terminaron vencidos por las tentaciones de la riqueza.

Claro está que una vez probada la holgura financiera, todos dejaron de ser luchadores sociales. Aunque diga lo contrario, el señor Andres Manuel López Obrador es uno de esos líderes que en cuanto encontró la oportunidad la ha aprovechado de forma eficiente, pero también hay que reconocer que ha sabido reinventarse para seguir medrando del dinero público. Construyó una considerable fortuna cuando los funcionarios del Distrito Federal le entregaban el veinte por ciento de su salario, y ni qué decir de los negocios que realizó con la construcción de los segundos pisos y la especulación hipotecaria producto del Bando Dos, sobre todo en el Centro Histórico.

El señor López Obrador aseguró que aunque no les guste a algunos, seguirá viajando al extranjero para demostrar que en México no sólo hay ciudadanos corruptos, pero que además con la mitad del dinero de Morena creará varias universidades. Claro que el señor López puede viajar a donde sea, pero su hipocresía raya en el paroxismo porque dinero tiene de sobra como lo ha demostrado, aunque pretenda seguir engañando a la gente con la cantaleta de esa honestidad que nunca ha tenido. Por cierto, su hijo, el de los tenis de once mil pesos, ¿seguirá trabajando en la Procuraduría? Porque si algo heredó, es el cinismo del padre. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.