Optimismo presidencial

Desconozco de dónde sale tanto optimismo para que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador,

lance las campanas al vuelo pretendiendo engañar a los mexicanos señalando que el país va en el rumbo correcto y que las expectativas son halagüeñas y hasta maravillosas. Claro está que el discurso populista se compone de este tipo de citas cuando la realidad que perciben la mayor parte de los mexicanos habla de un estado de cosas que hasta ahora, aunque no lo quiera aceptar, van directo al desastre.

Y como andaba de buen humor le dio por grabar un video en Palenque para mostrar su optimismo a los mexicanos porque de acuerdo con su personalísima percepción está cargado de optimismo, y dijo que quiere socializar ese optimismo con todos los mexicanos. Y más rápido que de prisa le dio por desear a los mexicanos que gocen de salud, y que seamos muy felices, premisas que por desgracia la mayoría de los mexicanos no pueden avalar porque el sistema de salud está en su peor momento, y por lo que respecta a la felicidad, hasta ahora no encuentro los motivos cuando el país camina hacia el caos.

Pero tener buenos deseos no quiere decir que exista el éxito en la gestión gubernamental, y más cuando se retoma un discurso optimista sin contenido que otorgue un halo de esperanza a los mexicanos, y además se regodea recordando la grandeza cultural de los pueblos de la civilización indígena que hasta ahora solamente podemos observar en las ruinas de las grandes ciudades de antaño, porque de acuerdo a la circunstancia que estamos viviendo, con una economía a la baja, un desempleo en la mayor parte del país y empresarios renuentes a invertir porque no existen condiciones de éxito ante un pueblo empobrecido.

Y en otro de sus arranques populistas aseveró que los europeos llegaron a invadirnos, y que todavía hay quienes sostienen que ellos nos trajeron la civilización y que vinieron a civilizarnos porque “éramos barbaros”. Vaya con el juicio del presidente de la República que en su constante muestra del populismo rampante del que ha hecho gala toda su vida, ahora supone que las grandes culturas nos han dejado virtudes extraordinarias como que el pueblo mexicano es un pueblo honesto, y su mayor riqueza es la honestidad.

En lo personal siempre he creído, y tengo la seguridad de que los mexicanos somos honestos, pero no podría señalar lo mismo de un hombre que miente todos los días con la finalidad de mantener un engaño cuando asegura que vamos bien y que el pueblo está feliz, feliz, con su gobierno. Si el señor saliera un poco a la calle pudiera tener la seguridad de que los gritos y los reclamos serían variados y constantes, porque, aunque no lo quiera aceptar su popularidad ha disminuido drásticamente y el engaño de su gobierno ha sido ofensivo al entendimiento de la mayor parte de los mexicanos.

Cuando ese optimismo se traslade a los hechos, los mexicanos sabrán que por enésima vez el Mandatario les ha mentido y los ha engañado. Porque la realidad que él pinta en sus conferencias mañaneras no es la realidad de aquellos que entraron a los márgenes de pobreza porque no existen incentivos en la economía que pueda generar solvencia en las familias de todas las latitudes del país. Como siempre el engaño está vigente en el esquema discursivo de Andres Manuel López Obrador, y lo seguirá estando, porque no existen logros y mucho menos éxitos en su gestión al frente del país. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.