DESCONFIANZA MEXICANA

sinpunto

Los mexicanos somos muy tolerantes, pero también desconfiados por naturaleza. Y no es que tengamos una persistente conducta para andar vigilándonos entre nosotros mismos, sino porque nuestra naturaleza indica que en cualquier momento algún ladino pudiera estar acechándonos por ahí para esquilmarnos, o quizá los servicios de

inteligencia que todavía vigilan a connotados miembros de la política y el empresariado, aparte de las bandas de criminales que cada día nos traen de mal en peor, o bien alguna institución bancaria usurera que pretende cobrarnos hasta lo que no hemos gastado simplemente porque así lo determinan ellos con la complicidad de las autoridades encargadas de regularlas. Nosotros desconfiamos algunas veces hasta de nuestra sombra, porque lo usual es que hasta la misma familia tenga que ver con alguno de los excesos que hemos padecido.

Tanta es la desconfianza que desarrollamos a lo largo de nuestro periplo por esta vida que en ocasiones perdemos mucho del sentimiento de solidaridad, compasión y conmiseración por el prójimo. En México, siete de cada diez personas sostiene que no se puede confiar en la mayoría de la gente, pero lo más grave es que el 75 por ciento de las personas no conoce a alguien que le pueda ayudar a defenderse ante una injusticia, mientras que 66 por ciento sostiene que las leyes se respetan “poco o nada”. Estas conclusiones forman parte del “Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía”, que presentó el Instituto Nacional Electoral.

No sé si este estudio haya sido elaborado para determinar algunos parámetros de comportamiento de los mexicanos en torno a las elecciones, o simplemente haya sido una forma de justificar el trabajo del recién creado organismo que atenta contra el espíritu del Federalismo Mexicano por lo centralista de su conformación y de su excesiva intromisión en la democracia de los estados del país, a causa de los motivos políticos de los principales líderes partidistas de la oposición, pero lo cierto es que muestra de qué estamos hechos verdaderamente, y el resultado es: desconfianza. Así de simple. Los mexicanos somos desconfiados por naturaleza, aunque eso no nos haya servido para desconfiar de los gobernantes que con sus excesos nos han llevado a la ruina.

Quizá estemos más ocupados en nuestras dos especialidades: vivir, quienes tienen para hacerlo a plenitud, y sobrevivir quienes no alcanzan a juntar para vivir. Pero creo que nuestra desconfianza en las autoridades, principalmente en las encargadas de la procuración de justicia, y los paladines de la democracia, tiene que pasar a los hechos. Creo que necesitamos orientar esa desconfianza a hacia la negación del voto para quienes no cumplan con sus promesas de hacer un buen gobierno, o trabajar en mejores leyes, o en vigilar el uso de los recursos públicos. Una desconfianza colectiva como se muestra en el estudio, solamente es enunciativa, pero en lo personal creo que si la trasladamos hacia el castigo electoral para aquellos gobernantes que nos hayan fallado o decepcionado, estaremos en la posibilidad de cambiar nuestra lamentable realidad. Eso se llama Construcción de Ciudadanía. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.