EL MÉXICO EQUIVOCADO

sinpunto

Hay circunstancias que lastiman a los pueblos y que acumulan odio en las sociedades. Hay quienes se equivocan en el trato con los demás y quienes padecen los excesos de aquellos que se sienten superiores. Y no es que yo haya acumulado odios contra alguien en especial, pero conozco a muchos que merecen un golpe en plena nariz

por la forma en que tratan a los demás. Y no soy purista, pero nunca me han gustado las injusticias y en este país se cometen a raudales. Las barbaridades están entre nosotros producto, no tan sólo de las estructuras gubernamentales, también de aquellos que por su condición social piensan que son merecedores del aprecio y sienten desprecio por el semejante. Esos "pagados de Dios", como se les señala en el argot popular, pululan en todos lados, en todas las regiones, en todos los pueblos y en todos los lugares, y para desgracia nuestra, siguen ahí sintiéndose necesarios.

No es que tenga algo en contra de ciertos sectores sociales, porque ejemplares nefastos los hay en todos lados y se dejan ver a cada momento. Son cánceres de esa sociedad tan despojada de los valores que le dieron cohesión y funcionalidad. El problema es que las sociedades son bastante numerosas y los problemas habituales sumamente crudos en ocasiones. Pero, así como existe gente nefasta, a cambio existen seres maravillosos que hacen mucho por los demás. Tengo la fortuna de conocer a varios de ellos, pobres y ricos, blancos y cobrizos, y que tienen una sola misión en la vida: procurar el bienestar de los demás. Ojalá pudiera decir eso de muchos de nuestros políticos, pero son contados aquellos que verdaderamente sienten eso de "la vocación de servicio".

Pendejos los hay en todos lados y, si alguien se ofende por el uso de este calificativo diré en mi descargo que a quien se lo endilgare es un sujeto ruin. Más que pendejo, es un imbécil y un perfecto estúpido. Se llama Carlos Treviño y radica en Queretaro. Milita en el Partido Acción Nacional, y para desgracia nuestra, se ostenta como probo y honesto. No sé cuál sea su concepción de honestidad, pero desde esta columna le diría que un imbécil e idiota y tiene mucho de lo mismo y poco de honesto. Y creo que los militantes panistas debieran lamentar que un sujeto como este tenga la posibilidad de hacer política porque el humanismo que pregonaran sus fundadores no va con lo que este bruto siente por los demás.

"En serio trato de ser tolerante, pero detesto el futbol, y el fenómeno idiotizante que produce... Lo detesto aún más porque la gente estorba e inunda las avenidas para hacer que tarde dos horas para llegar a casa... Y todo para ver a un simio... Brasileño pero simio aún. Esto es un circo ridículo", publicó Treviño en su cuenta de Facebook. Seguramente quienes leen este esfuerzo cotidiano de intentar explicar los acontecimientos que ocurren día con día, estarán de acuerdo conmigo en que el señor Carlos Treviño es un redomado imbécil, un perfecto idiota y el pendejo más grande que existe en este país. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.