MENTIRA

SINGLADURA

Lo que ahora les cuento ocurrió el domingo último en Pachuca, la capital del Estado de Hidalgo como ustedes saben.
“La Bella Airosa”, como también se le conoce a esta ciudad, cercana a la capital del país, cuyo origen se entrelaza con el desarrollo de la minería, los pastes y en general una espléndida tradición culinaria, cuya riqueza y data se remontan a los tiempos prehispánicos.
Viene a cuento este prolegómeno, un tanto extenso si usted quiere, con el propósito de subrayar el contexto de un asunto baladí y cotidiano entre conductores vehiculares de Pachuca y aún yo diría de la mayor parte de las urbes del país. Destaca sin embargo el incidente que enseguida les cuento porque involucró a una mujer al volante de una camioneta Ford con placas UML-9923 del estado de Querétaro, vecino a Hidalgo. 
La mujer, cuyo nombre desconozco, pero cuya edad casi seguramente supera los 60 años, violentó normas básicas de naturaleza vial y peor aún de índole educativa, comportamiento moral y cívico. Mas no sólo eso. Abusó de su condición femenina e incurrió en falsedades, e incluso armó un escándalo en vía pública que francamente Dios guarde la hora.
Resulta que la señora conductora lanzó su vehículo, o al menos el que conducía, contra una valla plástica que resguardaba momentáneamente el acceso al estacionamiento de la central de autobuses de Pachuca. Al hacerlo, la señora impuso la ley del agandalle tan socorrida en nuestro dolido México a otros conductores que aguardaban el momento de que los vigilantes del estacionamiento referido autorizaran el ingreso al lugar. Tampoco fue todo.
A los señalamientos y quejas de más de un conductor, molestos por la falta de la señora, ésta respondió de manera soez y con la clásica prepotencia que caracteriza a este tipo de personas. Un vigilante del lugar observó la escena y aunque prefirió preservarse así mismo, admitió su impotencia ante el hecho debido a que –dijo- “es un peligro discutir con una mujer”.
Sabía bien o anticipaba al menos el humilde guardia lo que decía. Más tarde, la mujer de la Ford –camioneta- hizo llamar a agentes de la policía municipal para denunciar un golpe a su vehículo perpetrado –sostuvo- por el conductor de un auto pequeño que encabezaba la fila de vehículos para accesar al estacionamiento de la central de autobuses pachuqueña. Falso.
La mujer pretendía un provecho indebido con base en un golpe que su vehículo efectivamente registraba por encima de la defensa protectora del mismo y de una mica rota. Los policías constataron la falsedad argumental de la mujer y tras revisar el estado del vehículo pequeño presuntamente señalado como causante del daño, comprobaron la inexistencia del daño y aún la imposibilidad de que pudiera haberlo causado.
No obstante, la mujer de la Ford hizo llamar a la empresa aseguradora de su vehículo para insistir en la mentira. El ajustador de Inbursa, cuyo nombre reservo, llegó en auxilio de la señora de la Ford pero en estado más que inconveniente debido a un consumo etílico excesivo, que allí mismo se le hizo saber.
Quizá eso frustró la iniciativa del ajustador de Inbursa de presentar –dijo- “una querella” en contra del inculpado falsamente. 
Un último recurso de la señora de la Ford fue soltar el llanto de frustración luego de que los agentes policiales levantaran un informe sobre el incidente para dar cuenta a sus superiores de que todo fue una mentira, un ardid, un embuste de la mujer. Qué pena que ocurran estas cosas, qué pena por la mujer de la Ford. ¿Cuántas cosas habrán ocurrido en su vida para que recurra al uso de la mentira como un asunto de verdad?
 
• Están próximos la Navidad y el 2019. Vamos a festejarla y recibirlo con esperanza renovada. Salud, amor y prosperidad para todos. Nos escribimos en Enero.
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