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SINGLADURA

De que andamos meneaditos los mexicanos, ni quién lo dude. Podrá, como
está ocurriendo de hecho, venir una lluvia, o tormenta si prefiere, de argumentos a favor y en contra, pero lo cierto es que la Cuarta Transformación (4T) nos está sacudiendo como hacía tiempo no veíamos en México con la parsimonia del poder. Así que de diferentes flancos surgen “flechazos” informativos, declarativos y hasta una sarta que otra de cabronazos o dardos –si prefiere- verbales como los más recientes propinados por un par de senadoras morenistas y aún el escritor Arturo Pérez-Reverte, que dejó escurrir en la arena pública un “sinvergüenza” o, aún más, un “imbécil”, aderezado luego con una “disculpa” muy a su estilo. En fin, nada para aburrirse del tedio al que casi nos acostumbramos del poder institucional mexicano.
Por ejemplo, la senadora por Morena, Lucía Trasviña, subió hace unos días a tribuna para llamar a sus colegas “sátrapas, ratas, entrelucidos y lurios”. Luego les dejó en claro: “no les tengo miedo cabrones”. Así nomás.
Antes, Eva Galaz, también senadora de Morena pero por Coahuila, llamó “retrasados mentales” a algunos reporteros de la fuente legislativa, y aunque estas palabras las dijo alejada de los micrófonos, éstos seguían abiertos y repercutieron las palabras de la legisladora pronunciadas a un lado de su colega Armando Guadiana Tijerina, el rey del carbón, del carbón dije.
Luego Galaz se disculpó por partida doble, una con los reporteros y otra con los discapacitados, dejando atrás el concepto de “retrasados mentales”. Qué bueno, al menos.
En esas andábamos cuando nuestro presidente reveló las cartas que envió a principios del mes que termina a España y El Vaticano en busca de un resarcimiento al menos moral para México por los vejámenes, abusos y desmanes cometidos por los ibéricos hace casi 500 años en nuestro terruño. Vaya sorpresa que nos dio el presidente de México con sus cartas, que desataron un torbellino de argumentos en pro y en contra. Creo que la respuesta del gobierno español fue impecable y contundente. Desconozco el papel que en este reclamo desempeñó la esposa de nuestro presidente, la Doctora Beatriz Gutiérrez Müller, pero dos hechos me mueven a pensar que algún papel tuvo en el reclamo presidencial. Uno es su perfil profesional de historiadora, el otro su participación en el video donde aparece acompañando al presidente en Tabasco.
Parte de este ajetreo en la cosa pública que apenas puede procesarse fue el reclamo público y abierto del empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego al presidente López Obrador sobre la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, o Tetzcoco como decían los mexicanos antiguos, un apunte que tiene el propósito de ponernos a tono con los reclamos históricos.
En declaraciones nada menos que al diario Financial Times, Salinas Pliego expresó su desacuerdo con la decisión del Presidente de abandonar el proyecto del aeropuerto, que perjudicó a inversionistas y a algunos de los líderes empresariales más ricos del país. Acusó al mandatario de promocionar proyectos de infraestructura que tienen poco sentido comercial, y criticó su estilo de gobierno centralizado. Raro, inusual en el México anterior de la 4T, escuchar críticas directas, francas y abiertas al Jefe del Ejecutivo mexicano y sus políticas, mucho menos de un líder empresarial. Qué bueno, al menos van quedando las cosas claras.
Por si fuera poco, o acaso por si algo faltara al coctel nacional, vino Alfonso Romo, el principalísimo asesor empresarial del presidente López Obrador, para anunciarnos un casi seguro recorte presupuestal por venir. ¡Pá su mecha! como dijeran los veracruzanos.
“Vamos a pasar de una austeridad republicana a una pobreza franciscana”, apuntó el hombre bisagra de López Obrador con los empresarios del país.
“No duden”, dijo Romo a empresarios de la Cámara Americana de Comercio (Amcham). El presidente, reveló, “nos ha pedido más recortes”.
Pero sin adornar la palabra, el propio Romo añadió: “el problema de recortar tanto es que veo a las secretarías agobiadas, porque les quitaron una gran parte del presupuesto y de la gente”. ¿Más claro? Se estima que hay al menos 400 mil personas desempleadas durante la vigencia formal de la 4T.
Un apunte final: es cierto que el presidente López Obrador aún goza de una aceptación pública mayoritaria. Qué bueno, otra vez. Pero debe considerar sin embargo que la opinión pública es muy voluble. ¡Cuidado!
 
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