Coyuntura crítica

Los escenarios a la vista cuando sólo faltan 18 días para las elecciones del seis de junio próximo abren más interrogantes que certezas y si bien, siempre es así cuando se concurre a las urnas, en el México de la 4T hay temor sobre lo que viene.

 Las voces de alerta surgen desde el Palacio Nacional, epicentro político del país, cada mañana que el presidente Andrés López Obrador aborda el tema electoral, pero también provienen de actores prominentes como el presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, quien recién ha planteado el riesgo incluso de una eventual anulación de los comicios con base en argumentos como la violación de los preceptos constitucionales en materia electoral.
Es cierto, no se prevé un domingo ordinario el seis de junio. Los cargos de la elección rebasan los 20 mil, es un enorme pastel que muchos quieren y que están buscando a cualquier precio porque muy lamentablemente significan mayoritariamente para los competidores una oportunidad de ganar poder y dinero, mucho más, infinitamente más, que la mejor vía para servir al conciudadano y/o al país.
Los comicios además serán también sin duda un referéndum sobre la gestión del presidente López Obrador, así y la fotografía de éste no aparecerá en ninguna boleta electoral.
Añada el circuito de violencia criminal y aún política que envuelve al país, con hechos tan ominosos como el asesinato del candidato a la presidencia municipal de Cajeme, Sonora, Abel Murrieta y la aparición de un vehículo con 9 cadáveres, uno de ellos el de una mujer, en Zitácuaro, Michoacán, sólo para referir los hechos más recientes de este círculo criminal que lamentable y peligrosamente no cesa pese a las promesas, compromisos y acciones del gobierno de López Obrador.
Además, la pandemia por el coronavirus aún persiste, si bien el número de personas vacunadas rebasa los 20 millones de mexicanos. Es incierto anticipar cuál será el impacto político del Virus del Covid-19 e incluso su repercusión en la asistencia a las casillas electorales.
En la Ciudad de México es muy probable que la tragedia de la línea 12 o Dorada del metro pegue y fuerte en los índices de aceptación del partido gobernante, con reverberaciones nacionales, así y estén en curso los peritajes de la Fiscalía General de Justicia capitalina y de la firma noruega, que se conocerán sólo después de las elecciones. El hecho específico es que el pueblo, o la ciudadanía ya tiene su dictamen sobre la tragedia del 3 de mayo pasado, que cobró hasta ahora 26 vidas.
La economía de la Ciudad y del país será otro factor crítico para los votantes al momento de depositar su sufragio. Así venga como es natural un rebote económico, lo cierto es que en este campo la pandemia prácticamente ya barrió con el desarrollo económico en este sexenio. Así y haya un repunte económico, que lo habrá, éste será insuficiente para siquiera alcanzar el promedio de crecimiento -mediocre, sí- logrado durante los gobiernos neoliberales.
Y como consecuencia de ésto, el desempleo será la constante del sexenio, muy lamentablemente.
Y si añade el desplome de la inversión privada en México, que cayó a su peor nivel en 25 años durante el 2020, puede imaginarse los factores críticos de nuestro escenario nacional.
Este desplome de inversión no sólo es atribuido por los expertos a la pandemia de Covid-19, sino también al ambiente "hostil" del gobierno hacia los capitales.
El flujo para crear empresas y generar empleos cayó 19,89% el año pasado, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), el nivel más bajo desde 1995, cuando hubo un desplome de 38,51%, por la devaluación de la moneda nacional a fines de 1994 y la quiebra del sistema bancario.
Se considera que el repliegue de la inversión privada tuvo "un impacto serio" por la crisis sanitaria que inició en marzo de 2020, pero también hacen notar que la tendencia a la baja venía ya presentándose desde antes, pues hubo cuatro caídas trimestrales previas con declinaciones.
México además está en el vórtice de una circunstancia internacional poco favorable entre las presiones que provienen en sus fronteras norte y sur por sólo mencionar las más exigentes si se quiere. Al sur está enfrentando la presión migratoria y al norte la exigencia de contenerla, más la circunstancia de reclamos y eventuales demandas internacionales ante las políticas ambientales y energéticas del gobierno de la 4T. Ya se verá si lo que viene es una radicalización interna en un intento por crear nuevos distractores y alentar la unidad ante el enemigo externo, o una actuación inteligente que favorezca al país.

Pero lo inmediato y aún definitivo será lo que ocurra el próximo seis de junio, una jornada que sin duda marcará el antes y el después de la suerte de los mexicanos en su coyuntura gubernamental más crítica. Veremos.

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@RoCienfuegos1