Opinión

Las campañas políticas —denominadas jurídicamente como precampañas— se han apoderado de la órbita informativa de los mexicanos. Radio, televisión, cines, redes sociales, correos electrónicos, mensajes de texto, todo está plagado de información relacionada con los mensajes que transmiten tanto los (pre) candidatos, como sus partidos políticos. Es parte de la democracia moderna el usar estos medios y mecanismos

Tras 18 años de alternancia, los destinos del México del siglo XXI parecieran más inciertos que nunca. La búsqueda incesante de la sociedad por lograr mejora en sus vidas, se ve truncadas por los grandes intereses de los factores reales de poder que, escudados en un sistema económico presuntamente basado en la absoluta libertad, les privilegia su status quo, al tiempo que se limita el crecimiento generalizado de los mexicanos.

El mundo necesita de gobernantes éticos que ofrezcan resultados concretos y tangibles para sus ciudadanos, especialmente para aquellos más vulnerables, con activos esperanzadores y sin recortes en gasto social. Ante esta realidad, y por principio, tenemos que ser más cooperantes unos con otros, sobre todo aquellos países más prósperos y avanzados. La cuestión no es disparar el gasto militar, ¡no!, sino priorizar en las necesidades básicas de todo

México, y de sus políticos en la confrontación… ¿lo entenderán?

         En uno de los portales más interesantes de comunicación (Sinembargo), se cuenta la historia de una señora de 85 años de edad que vive con una pensión de algo más de mil pesos y recibe, por esas cuentas que nadie sabe cómo se dan ni cómo se controlan, algo así como un poco más de quinientos pesos que se destina al pago del predial que debe, y sobrevive con café y pan. Es la historia de miles y miles de viejos que están en el