Hacia el primer trimestre de 2014, el Estado de México enfrentaba un momento complejo en el ámbito de seguridad pública, aspecto determinante en todo gobierno. En aquellos días, entidades vecinas como Guerrero o Michoacán convulsionaban a causa del narcotráfico, sus raíces profundamente enclavadas en todo el espectro social, daban como resultado: homicidios, extorsiones, robos, violaciones etc. La reacción no habría de esperar, pronto surgieron los grupos de autodefensa (Michoacán) y el pináculo de todo ello se presentaría meses después en Ayotzinapa.