Para nadie es un secreto que la delincuencia organizada y también la desorganizada es el “Talón de Aquiles” de los gobernantes de la ahora llamada Ciudad de México. Como se recordará a Andrés Manuel López Obrador le organizaron una manifestación de más de un millón de ciudadanos que exigieron seguridad  en las calles.

El narcomenudeo en la ahora llamada CDMX se convirtió en un grave problema de salud pública. Desatendido hasta la ignominia por las administraciones capitalinas, este flagelo creció en forma desmesurada. El argumento favorito de todas las instancias gubernamentales, para no combatirlo ni enfrentarlo, siempre fue “es un delito federal y no nos corresponde”.

Para nadie es un secreto que los índices delictivos en la ahora llamada CDMX se incrementan día con día; pero a últimas fechas ha surgido, con fuerza, un fenómeno social que tiene con verdades preocupaciones a las autoridades y a la sociedad en general: Los llamados menores delincuentes.

El programa de beneficio social estrella y consentido del jefe del GCDMX,  Miguel Ángel Mancera,  que además ya quieren exportar hasta Marte, el infinito y el más allá, conocido como “El Médico en tu Casa”, presenta diversas irregularidades y anomalías entre los beneficiarios, de acuerdo a un estudio del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).

Es muy común que entre los millones de usuarios del Metro se use la coloquial expresión: “Yo viajó en mi limusina naranja”, esto en referencia a ser un ciudadano de a pie, amolado pues,  y tener la necesidad y la desgracia de trasladarse a sus diversas actividades diarias en este muy inseguro y hasta peligroso sistema de transportación.